DEL MERCADO DE FUENCARRAL AL PRIMARK

PrimarkGoogleEl mes que viene abre por fin el mega-Primark de Gran Vía. La cosa es tan sonada que si uno busca en Google inauguracion, automáticamente aparecen las palabras Primark Gran Vía. Comentar que ya no quedan ni unos centímetros sin franquicia en la avenida que los imbéciles llaman “el Broadway madrileño” resultaría demasiado obvio; comparar esta apertura con el cierre del Mercado de Fuencarral del pasado junio resulta más significativo.

Claro que el Mercado llevaba mucho tiempo sin ser lo que fue. Sobrevivía a base de tiendas de camisetas de series de la tele, prendas de imitación cuero para góticos de última hornada y las cinco o seis sucursales de Kling, con sus uniformes de poliéster para malenis. Parecía uno de los tres cines que aún sobreviven en el “Broadway madrileño”: un anacronismo viviente mal envejecido.

MFPorque el Mercado de Fuencarral era, en realidad, un símbolo de la época pre-crisis. Abrió en 1998, y de ahí al estallido de la crisis diez años después, vivió su época dorada. Son los años, además, en que recuerdo mejor la vida en general. En aquellos tiempos, el Freeway se desperezaba de los años de ortodoxia mod, y bajo el nuevo mandato de Patricia López, nada más y nada menos que el gran David Smart y yo intentamos ocupar el hueco que dejó el añorado Supergen con nuestras sesiones al alimón, que él entonces simultaneaba con el Ocho y Medio. Smart es, en mi modesta opinión, el mejor Dj madrileño de Indie/Electrónica junto con Javi Homeboy, que también pinchó en el Freeway durante aquella etapa. Tuvimos la suerte de contar con los dos, y creo que sobre todo gracias a ellos y a Patricia el bar tomó el impulso que lo ha convertido en lo que es hoy. (Aquí me dejo un montón de menciones y de méritos, pero sobre este tema ya seguiré hablando otro día).

David Smart (derecha) y yo mismo en aquellos maravillosos años
David Smart (derecha) y yo mismo en aquellos maravillosos años

A lo que iba: era la época pre-crisis, y antes de mi pinchada con Smart me iba al Mercado de Fuencarral a comprarme prendas de ropa y discos para estrenar esa noche. Lo que tiene más gracia es que alguna de esas tardes de sábado el propio Smart pinchaba allí, y luego se llevaba la maleta para el Freeway. Y entre tienda y tienda, yo intentaba absorber aquella ebullición de modernidad no mainstream. También iba a ver chicas, claro. Entonces trabajaba en un banco los días de diario, y no me importaba gastarme 125 euros en un suéter y casi la misma cantidad en vinilos: de lo que se trataba era de hacer el mejor papel posible después, tanto en la cabina como fuera de ella, porque sobre Smart y yo mismo luego se rajaba todo en un foro llamado Spanishpop, que poseía Ignacio Escolar antes de ser el director del diario Público. Más tarde, nos íbamos al Nasti a intentar rematar la faena con alguna de las chicas que nos había pedido a Ellos, La Casa Azul o a los horrísonos Planetas. En fin: pura Historia Sagrada.

Pero llegó la crisis. ¿Quién recuerda el tema Capitalism stole my virginity, de International Noise Conspiracy? Pues así nos hizo sentir aquello. Muchos pasamos en un abrir y cerrar de ojos del optimismo al pesimismo, de la estabilidad a la provisionalidad constante y de la prosperidad normalita al «ir tirando». En Malasaña aparentemente no había cambiado nada, pero empezamos a notar los aluviones de público los días 10 de cada mes, que es cuando se cobra el paro. Los expertos señalaron que con la crisis aumentó el consumo de alcohol y drogas, pero se notó el bajón en los bares de copas. Yo dejé de comprarme camisetas de 50 o 60 euros, y desde luego lamenté profundamente haberlo hecho. También empecé a observar que en mi barrio (Chueca), las coctelerías decoradas con exquisitez se convertían en tabernas low cost para ver el fútbol. La estética de lo cutre había llegado para quedarse: tabernas rústicas, manifas y políticos vestidos de Alcampo, el Corte Chino y los Carrefour Exprés.

his-bedroom-clothes-floor-Favim.com-620203En este estado de cosas, ya no hay cabida para la ropa modernita cara. Del Mercado de Fuencarral al Primark: así nos ha ido. Por suerte, unas pocas cosas no han cambiado. Por ejemplo, lo de ligar en los bares que mencionaba antes. A la hora de follar, da igual que se tire al suelo la ropa del Primark o la de marca, aunque esta última nos sentaba mucho mejor.

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