Pues qué queréis que os diga: el barrio lleva una primavera muy mala. Aunque algunas cosas ya las he ido comentando por aquí, vamos a recapitular.
Empezamos por el Pinta Malasaña. Artistas callejeros decoraron cierres de locales y bolardos. A mí lo de trasformar los bolardos en arte me parece una genialidad. No obstante, hay gente de otras zonas de Madrid a quien le ha parecido una extravagante fruslería propia de un barrio gentrificado –o, hablando en plata, un barrio de pijerío bohemio- que se mira demasiado el ombligo, y donde se vende comida ecológica para mascotas y no se sirve un solo gin-tonic sin cardamomo.
Durante casi todo el día y gran parte de la noche, algunos Dj pincharon gratis en la plaza y hubo “fiesta”. Las mafias de la venta ambulante de alcohol hicieron su agosto y la prensa anticarmenita habló de “botellón consentido”.
Por si todo esto fuera poco, los grafiteros estaban organizando en la sombra –o al menos eso creían- el RePinta Malasaña, para vandalizar los cierres de locales justo al día siguiente. Uno de ellos, añadió el comentario “No cuela” en uno de los cierres que repintó. Reconozco que hasta casi me hizo gracia.
Y llegan las Fiestas del 2 de Mayo. Las únicas fiestas autogestionadas de toda la capital. Mucha gente se dejó la piel en ellas, y gratis total, citando al exministro Bermejo. Toundra tocaron gratis. Fuckaine tocaron gratis. Decenas de Dj pincharon gratis. Técnicos y organizadores curraron gratis. Quienes sí cobraron, y perdón por insistir en lo mismo, son los chinolateros y sus jefes. Como además los permisos para el horario ampliado de los bares fueron irregulares y selectivos y el ayuntamiento, que solo puso los escenarios, ordenó retirar las terrazas, el balance para los comerciantes de hostelería del barrio fue poco menos que desolador. No sé dónde o a quién le leí que nuestra alcaldesa favorece tanto a los chinolateros como Colau favorece a los top manta.
Y, para rematarlo todo, este sábado, una intempestiva y esperpéntica manifestación ultraderechista acabó, a propósito y con bastante mala baba, en plena plaza del Dos de Mayo. Creo que todo el mundo ha cometido el error de tomarse demasiado en serio este episodio anecdótico y risible. El domingo, por ejemplo, se organizó un baile antifascista y en la pancarta se podía ver una esvástica (foto superior). No una esvástica tachada, sino una esvástica. Telita.
Así que, parafraseando a mis queridos Pantones (aprovecho para mandarles un abrazo y especialmente al Hormiga, con el que hace bastante que no estoy de juerga), Malasaña no debería querer primavera. Después, durante el verano, en el barrio no pasará nada, salvo que nos contaremos lo mucho que nos han gustado los festivales. Y luego, con el nuevo curso, ya veremos…
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LAS ILUSTRACIONES DE CABECERA Y PERFIL CORREN A CARGO DE ESTEFANÍA FERNÁNDEZ (AQUÍ, SU ENLACE A INSTAGRAM).