MALASAÑA: ¿FIESTAS O BOTELLÓN?

Este año, por primera vez desde 2004, vuelven a celebrarse las Fiestas del 2 de Mayo -en román paladino, las fiestas del barrio de Malasaña– con apoyo municipal. Sería inútil negar que en ello ha tenido que ver el cambio de gobierno en la alcaldía. El distrito Centro fue el que le dio la dizque victoria a Ahora Madrid, y tiene que haber cierta reciprocidad…

Claro que si uno echa un ojo al programa de las Fiestas, poco presupuesto de las arcas parece que se haya invertido. Es de una sosería estrepitosa: gymkanas saludables, torneos de petanca y exposiciones eviternas. Por lo que yo he visto, ni una sola actuación musical. (NOTA: más tarde de publicar esta entrada, sí se han añadido actuaciones, que ya figuran en el programa). La memoria me alcanza para recordar que, a principios de siglo, Loquillo actuó en un escenario en la misma plaza del Dos de Mayo. Benditos tiempos…

Por descontado que nada de eso importa: LAS FIESTAS DE BARRIO SON SOLO UN PRETEXTO PARA BEBER EN LA CALLE. Lo cual quedó demostrado en aquellas fiestas de calentamiento que fueron el Pinta Malasaña del pasado fin de semana (por cierto que yo también fui convocado a pinchar gratis en la plaza del “Dosde”, pero circunstancias personales que estaría de más comentar por aquí me impidieron tan siquiera llegar). El caso es que, dejando aparte el  destrozo al día siguiente de muchos de los cierres de comercios que fueron pintados por artistas, el cual daría para otra actualización, pronto la prensa conservadora y anticarmenita ha hablado de macrobotellón consentido. Por lo que cuenta el diario ABC, la juerga se prolongó hasta las 12 de la noche, la policía entró en la plaza a esa hora solo de modo disuasorio y la basura se contaba ya por montañas.

Foto con copyright del diario «ABC»

Más o menos lo que pasó en el Orgullo Gay de mi barrio: el año pasado, se contabilizaron casi 300.000 kilos de basura, el doble que años anteriores. Y mejor no me meto en camisa de once varas hablando de las cifras de desperdicios del 15M…

Porque recuerdo también que aquella no fue la primera vez que la chavalada se enfrentó a botellazos y adoquinazos con las fuerzas del orden. Nos vamos a 2007, los benditos tiempos precrisis, y un año del que guardo grandes recuerdos en lo personal. Pues bien, en Malasaña hubo unos disturbios que, efectivamente, se pueden comparar con los del 15M y las llamadas “Marchas por la Dignidad” en virulencia y número de heridos. Vídeo de muestra:

Claro que entonces no existía ningún tipo de reivindicación política; aquellos poco elegantes mozalbetes lucharon a brazo partido contra los munipas por su derecho a beber chinolatas en la calle… parafrasenado a los Beastie Boys. 

Que, como he dicho, es esencialmente en lo que consisten unas fiestas de barrio. Aquello de 2007 no se ha vuelto a repetir, y mucho menos este año, por razones que he explicado al principio. Así que presento el nuevo programa de las Fiestas del 2 de Mayo:

• Gymkana de compra de latas de Mahou y vasos de mini.
• Exposición arte urbano: Decora la plaza con tus meados.
• Concurso musical de canciones con guitarra acústica a las 4 de la mañana en plena plaza, etc.

No se les escapará a muchos que, aparte de los vecinos, quienes más pierden con esto son los bares. Ir a un concierto en el Maravillas o en el Wharf; a echarse unos bailes al Freeway o al Mongo; darlo todo en el Ocho y Medio o en la Taboo; acabar de after en Las Matines o en casa de cualquier amiguete: esa es la verdadera fiesta, y está a nuestro alcance todos los fines de semana. De verdad que si yo me viera en la tesitura de participar en un macrobotellón, preferiría hacerlo donde no joda a los vecinos ni el casco histórico de la ciudad.

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¿TINDER, HAPPN O BARES?

Los bares musicales o bares de copas acumulan no pocos inconvenientes: el alcohol sale relativamente caro; obliga a convivir con personas con las que uno normalmente no querría hacerlo; a veces hay que esperar cola para acceder a los mismos; suelen cerrar a una hora en que a uno le apetecería seguir la fiesta; y en varios de ellos, se puede oír a volumen atronador no solamente a Los Planetas, sino también a Supersubmarina y hasta a Izal, lo que provoca que, en múltiples ocasiones, los baños se inunden de vómito.

Pero muchas veces uno estaba dispuesto a pasar por todo aquello por un solo motivo: el ligoteo. El consumo del mencionado etanol no solo baja las defensas y aumenta la tolerancia de ellas ante los disparates que uno acude a contarles con aliento de dragón, sino que también las dota, a nuestros ojos, de un atractivo digno de Mette Lindberg (The Asteroids Galaxy Tour) o de Nina Dobrev, por nombrar solo un par simpar.

Pero en esta era en que la tecnología controla casi todos los aspectos de nuestra existencia, han llegado las apps para ligar. Las redes sociales para “conocer gente” como Meetic, que incluso yo mismo probé años ha, suponían, más que una alternativa a los baretos, un complemento para conocer a damas que no acudían a los mismos que uno. Ya entonces, y sigue siendo igual, Meetic era solo de pago para nosotros. Como en la canción infantil que parafrasearon Siniestro Total, las niñas bonitas no pagan dinero. Y muchas veces no eran bonitas ni por asomo…

Porque Internet es lo que tiene: sirve para ocultar identidades, fingirlas o disimularlas. Claro que estamos en un mundo en el que prima –o más bien “primark”- la cantidad sobre la calidad, y valen más veinte citas malas que una sola aceptable. Precisamente es lo que se afirma en el artículo Cómo Tinder acabó con el amor, donde uno de los maromos que aporta su testimonio asegura que casi le hace falta un Excel para cuadrar todas sus citas a ciegas…

Pero esto no es lo más grave, sino el que algunos compañeros de curro de garitos y habituales de estos, al quedarse repentinamente solteros después de relaciones bastante largas y comprometidas, recurrieran a Tinder y Happn para buscar sustitutas/os rápidos. Al verlos, yo me pregunté, cual trasunto masculino y cutre de Carrie Bradshaw: ¿es que los bares dan tan poco juego para emparejarse que hasta los que trabajan en ellos recurren a las putas apps?

Antes de contestar y de que se me olvide, sí quisiera señalar que Happn hizo una publicidad específica para Malasaña en Facebook. Ahora me es imposible encontrarla, pero en la foto salían un mozalbete y una fémina hipster y decía algo así como: ¿te gustaría conocer a la chica que te has cruzado por Malasaña? Unos aguilillas, vamos.

Sin embargo, luego se vio que, al igual que la mencionada Meetic, Happn era gratuita para ellas y para ellos no. Algo tan retrógrado que, si no se me fuera a echar encima todo el feminazismo por bromear con esos asuntos, diría que es «violencia de género».

Y para ir acabando, y en cuanto a la disyuntiva Tinder o bares, yo lo tendría muy claro. Si la mayor dificultad con que se encuentra un/a usuario/a de Tinder es la mentira (para meter la nota pedante, lo que Jean Renoir llamaba “la regla del juego” en la obra maestra homónima), no hay embustero más divertido que el licor, como ya he expuesto más arriba, aunque en algunos garitos del barrio, y no diré cuáles, lo sigan poniendo de garrafón. En Tinder se puede ligar en pijama y zapatillas, sí, pero todos estamos horrendos de esa guisa y se nos puede imaginar fácilmente así al otro lado del móvil. Dicho de otra manera: le quita toda la gracia y el encanto al flirteo. La prospección con la app es mayor, qué duda cabe, pero con ello aumentan, lógicamente, las posibilidades de encontrar a alguien menos afín. Así que, yo lo tendría claro: siempre los bares. Si fracasas, siguen estando las botellas y los camareros muy a mano, y el alcohol también sirve para amortiguarle los golpes al ego en caso de fracasar.

Por último, un argumento incontestable para ellos: en los garitos que empiezan por uve doble, el Wurlitzer y el Wharf, las chicas han empezado a abordarnos a nosotros. ¡¡¡Incluso a mí me ha ocurrido!!! Lo dicho: siempre los bares.

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¿QUIÉN SE MERECE UNA CALLE EN MALASAÑA?

Pues parece ya inevitable: la nomenclatura de las calles de Madrid se va a cambiar de arriba a abajo en virtud de la Ley de Memoria Histórica que sacó adelante el preclaro ZP. La polémica medida, cuyo coste asciende a 6 millones de euros, ha comenzado por la plaza de Vázquez de Mella, hoy plaza de Pedro Zerolo. Sin embargo, las protestas de los vecinos parecen haber obstaculizado este primer bautizo carmenita. A día de hoy, la placa con el antiguo nombre de la glorieta permanece en su sitio:

Nuestros amigos del periódico Somos Malasaña han explicado en este artículo que solo dos calles de la zona de Tribunal serían susceptibles de ser renombradas, las cuales se suman a una nueva plaza sin nombre donde se ubica el mercado de Barceló. También proporcionan una lista de personajes que, desde diferentes colectivos, se han propuesto ya para sustituir las placas de Juan Pujol y Ricardo León. Son todas, lógicamente, figuras públicas vinculadas al barrio: Javier Krahe, Moncho Alpuente, Pele, Enrique Urquijo (Los Secretos), Kike Túrmix (Pleasure Fuckers), la llamada «Abuela Maravillas» y también los cuasi geniales pintores Costus:En un artículo anexo, se informa también de que se ha propuesto el nombre de mi admiradísima Emilia Pardo Bazán, antigua vecina de la calle San Bernardo que, por cierto, mantuvo un largo romance con Benito Pérez Galdós, confesándole ella no obstante varias infidelidades al casi premio Nobel. No me consta que las habituales de los bares del barrio hayan leído a Pardo Bazán, pero sí han mantenido la costumbre de la escritora de cornear a sus parejas a troche y moche, y mejor no nombro a nadie. Cuenta la leyenda que una parroquiana del Wharf 73 practicó sexo en los baños del garito con un afortunado individuo mientras su novio estaba dentro del local. Los copuladores fueron expulsados, y creo que el novio también. Aplaudo la medida, aunque hay quien asegura que les tendrían que haber sacado a hombros a los tres… por diferentes motivos, eso sí.

Y en cuanto a los personajes mencionados más arriba, ya se me ha escapado a cuáles prefiero con muchísima diferencia. Por otro lado, me llama la atención que figuren en la lista los músicos Kike Turmix y Enrique Urquijo, pero no Antonio Vega, que en su consabida La chica de ayer mencionó el Penta, como saben hasta los fans de Enrique Iglesias y de Elena Valenciano. Otro músico a quien todo el mundo parece haber olvidado es Paco, cantante del grupo Los Benditos, con el que coincidí currando en el Garaje Sónico (hoy Madklyn) y en el Morgenstern. Paco se suicidó ahorcándose hace once años, si la memoria no me falla, y me inspiraba la misma simpatía que Pele, que es muchísima. Tengo que añadir que todo lo contrario que Kike Turmix, aunque me pueda caer más de una colleja virtual. También, digo yo, se podría tener en cuenta a algún músico vivo. Confieso sin ambages que antes le ponía una calle a mi querido Miguel Pardo, vocalista de Sex Museum. O a Los Coronas. O a Lüger. O aunque toque otro tipo de instrumentos, a la corneadora del Wharf 73.

Con eso y con todo, los de Ahora Madrid le están poniendo a huevo las entradillas a Alfonso Rojo: mutatis mutandis, les estamos quitando las calles a Dalí y a Jardiel Poncela para dárselas a Pele. Estaría bien eso de que una calle llevase el nombre –o el apodo- de alguien que uno ha conocido en persona, pero, como última confesión, preferiría haber conocido a Jardiel, cuyas cuatro novelas bastarían ellas solas para haber configurado ética y estéticamente a este humilde bloguero. Esas cuatro novelas, además, estaban prohibidísimas durante el franquismo, por si alguien no lo sabía.

NOTA: esto no es un foro de discusión política. Los comentarios de trolls podemitas y anti-podemitas serán automáticamente borrados. A los demás, les invito cordialmente a opinar sobre, por ejemplo, Los pazos de Ulloa (enlazada anteriormente) o Amor se escribe sin hache. O sobre Sex Museum. O sobre la infidelidad femenina.

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